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LA PERSONALIDAD POSMODERNA

            El rechazo de los referentes heredados disuelve el "yo" del posmoderno: no hay puntos de referencia históricos, culturales, objetivos... para moverse en la vida. Esto le convierte en un náufrago, un individuo perdido en el bosque o el desierto de la existencia. 

            Como consecuencia, el posmoderno se centra en la dimensión técnica de la inteligencia (instrumental), mientras ignora su dimensión sapiencial (de sentido). Es experto en satisfacer las necesidades vitales individuales (salud, deporte, gastronomía, viajes, coches, nuevas tecnologías, hoteles, calidad de vida…).

           Por lo mismo, comprende la libertad como ausencia de condicionamientos (“libertad de”), pero no como la manera específicamente humana de realizarse (“libertad para”). Rechaza toda autoridad, tradición, moral…

           De aquí surge un tipo de personalidad que podría caracterizarse así:

TRIBUS URBANAS

        "Relativismo" no significa que el hombre posmoderno no admita verdades. Existe un resto de certezas en la posmodernidad, que importa conocer porque constituyen el terreno donde la fe ha de ir al encuentro del hombre de hoy: la salud, la belleza, el dinero, la libertad, la tribu...

EL "I-MAN"

LAS TRIBUS URBANAS

El utilitarismo posmoderno desconfía de la ciencia pero se entrega a la técnica en todas sus manifestaciones. Pero de un modo privilegiado a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, que moldean una peculiar sensibilidad:

  1. la información en tiempo real de cualquier suceso planetario promueve un consumidor:

    • relativista: el estado natural es el multiculturalismo, internet ofrece cauces para todo tipo de autoformación, y ella misma es instrumento para exponer mis opiniones en igualdad con cualquieras otras en el libre mercado de las ideas;​

    • individualista: el torrente de información no es homogéneo ni asimilable, y produce indiferencia;

  2. las comunicaciones y los viajes dan lugar a nuevas relaciones afectivas de tipo virtual: no constituyen grupo, ni se llega a la relación estrictamente personal.​

            A finales de los años setenta las tribus urbanas empezaron a definir sus rasgos en las calles españolas. Ser heavy, mod, rocker, o nada de ello era una cuestión identitaria. 40 años después aquellos grupos se recuerdan con nostalgia, porque la tribu urbana como grupo estético sigue existiendo, pero los valores que cimentaban la cultura juvenil han dejado de existir. Las tribus urbanas han sufrido una asimilación dentro de la cultura popular. La escena underground ha sido absorbida por el coolismo de la industria cultural dentro de su maquinaria de mercantilización. Ahora casi todos los jóvenes son fashionables, las subculturas han dejado de lado su origen ligado a las clases trabajadoras para convertirse en un estado burgués. Hay que empezar a interpretar a las subculturas ya no como algo contracultural, sino como una construcción estética de la cultura popular y mainstream (comercial, común, que le gusta a todo el mundo).

            El estilo de vida, la forma de vestir o el uso de redes sociales son algunos de los rasgos que permiten distinguir a las actuales tribus urbanas. La aparición de internet y las redes, tan amigas de las etiquetas y los hashtags, permiten clasificar rápidamente estos grupos, a menudo más pendientes de la imagen que proyectan en sus perfiles de Instagram que en sus vidas reales y haciendo del postureo su modo de vida.

            Las características de cada tribu -así como sus nombres- responden a patrones propios de la segunda década del siglo XXI. Nombres medio en inglés medio en castellano para expresar comportamientos muy tradicionales pero llevados al mundo 2.0. 

ENFERMEDADES EMBLEMÁTICAS DE LA POSMODERNIDAD

            El suicidio causa más muertes anuales que las que suman guerras u homicidios. La Organización Mundial de la Salud estima que para el año 2020 la cifra anual de personas que deciden poner fin drásticamente a su existencia aumente a un millón y medio de personas. Así mismo las enfermedades neuronales, la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, el trastorno límite de la personalidad o el síndrome de desgaste ocupacional, entre otras, se han vuelto el mayor problema de salud de nuestro tiempo, con índices que deben ser entendidos como los de una gran pandemia global. El filósofo coreano afincado en Alemania, Byung-Chul Han, refiere que toda época tiene sus enfermedades emblemáticas. Así, existe una época bacterial que, sin embargo, toca a su fin con el descubrimiento de los antibióticos. A pesar del manifiesto miedo a la pandemia gripal, actualmente no vivimos una época viral. La hemos dejado atrás gracias a la técnica inmunológica. El comienzo de siglo XXI, desde un punto de vista patológico, no sería ni bacterial ni viral, sino neuronal

            Los trastornos psiquiátricos por estrés y ansiedad tienen una prevalencia destacada en la sociedad actual en la que vivimos. Estamos inmersos en un ritmo frenético e informatizado que nos hace ser más vulnerables en lo que respecta a nuestra salud mental.

           En los últimos 50 años ha aumentado el número de pacientes con una patología mental y en particular con determinadas enfermedades asociadas a la depresión y la angustia. En este sentido, los datos estiman que el 14% de la población tendrá trastornos de estrés y ansiedad y el 30% necesitará ayuda psicológica o psiquiátrica.

            La tristeza, la depresión y el estrés son las enfermedades que más incapacidades y pérdidas de calidad de vida generan hoy en día. Los seres humanos postmodernos vivimos bien, pero padecemos depresiones o angustias. Estas depresiones y angustias han existido siempre, pero hoy son más frecuentes, sobre todo en las mujeres, niños, adolescentes y ancianos, es decir, la población más desfavorecida. Además, su detección y tratamiento han experimentado un incremento notorio.

            El estrés o la ansiedad provocan hipertensión, cardiopatías, problemas digestivos, caída del cabello o trastornos menstruales. Otro dato reseñable es que las mujeres mayores de 65 años con estrés mantenido tienen más riesgo de morir de alguna cardiopatía.

            La ansiedad y el estrés moderno están relacionados con el trabajo, siendo la mujer más vulnerable que el hombre a los trastornos emocionales. En cuanto a los niños y adolescentes, se han incrementado las consultas en psiquiatría por depresiones y trastornos de hiperactividad. También en los adolescentes aumentan los problemas de imagen corporal (anorexia y bulimia) y la tasa de suicidios.

En los ancianos, surgen los Síndromes de Diógenes o problemas derivados de la soledad. Otro de los problemas que más han incrementado en los últimos tiempos son las nuevas adicciones a los móviles, internet, televisión, trabajo, juego, sexo o consumo.

           Las adicciones tecnológicas y el culto a la imagen son algunas cuestiones de especial incidencia en este siglo. Así, el estilo de vida postmoderno apresurado, informatizado, con un eclecticismo general de los valores morales y familiares, y dominado por el hiperconsumismo genera unas características peculiares en la convivencia que aumenta los trastornos psíquicos.

           Mi propuesta es que los expertos en salud mental ayudemos al ser humano a que no esté tan condicionado por los factores que le rodean y se centre en sí mismo, en su persona, para que no vea alterada su salud mental.

Jesús de la Gándara. Jefe de Psiquiatría del Complejo Asistencial de Burgos

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