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1. Persona y cultura

          El hombre posee capacidades específicas, como la capacidad de abstracción, conocer realidades inmateriales, la autoconciencia, la libertad…  Todo ello revela que la persona, además del cuerpo, posee un principio espiritual. Pero no se trata de un dualismo: somos “almacuerpo” o “espíritumateria”.

          La psicología experimental distingue distintas facultades espirituales: la razón, la voluntad y el corazón. Por ellas, el Homo no sólo realiza acciones para su sustento, sino que imprime su espíritu en el medio, lo racionaliza, realiza cosas superfluas (pinta, come de cierta manera…). Es lo que se denomina “cultura”. Al hombre se le comprende de manera más exhaustiva si se le ve en el contexto de su cultura, con todos sus elementos, y también con el fundamental de la religión.

          Una cultura pertenece a un grupo, no a un individuo aislado, aunque los elementos críticos son muy importantes en una cultura. Es dinámica y sobrepasa la propia vida, implicando a las generaciones pasadas y futuras.

          La diversidad geográfica, lingüística, religiosa… da lugar a distintas culturas. Entre ellas hay más elementos en común que diferencias. Pero cabe jerarquizarlas según respondan más o menos a la dignidad de la persona, y faciliten el desarrollo de sus facultades, principalmente la razón, la voluntad y los afectos.

 

2. Cultura medieval

           En el Medievo, política y religión colaboraban y se apoyaban mutuamente. Lo cual comportaba grandes beneficios, puesto que la vida, la cultura y la sociedad estaban impregnadas de fe. Pero también conllevaba que la Iglesia hubiera de sufrir en sus propias carnes la caída del absolutismo. Así, con la llegada de la Ilustración y de los nuevos regímenes democráticos, se produjo un progresivo alejamiento social de la fe, a la que se consideraba vinculada al antiguo régimen.

  1. Experimento, razón y fe formaban un sistema jerárquico de conocimiento;

  2. Las familias y las personas nacían y morían como miembros de un gremio social que se transmitía a sus herederos;

  3. El feudalismo establecía una red social con los hilos de la nobleza, del clero y de los plebeyos.

 

3. Cultura moderna

          La modernidad se caracteriza por la idea de la autonomía de la persona respecto a las instituciones absolutistas. La libertad sustituyó a la realeza, y la razón a la fe. El ideal emancipatorio se convirtió en ideología: es decir, en sistema cultural, científico, social y político.

  1. La ciencia y la tecnología alumbraron el mito del progreso indefinido;

  2. La aparición de la burguesía acabó con el sistema de gremios, y entregó al individuo a la suerte de sus capacidades e iniciativas económicas;

  3. El éxodo a la ciudad generó grandes centros urbanos, donde las relaciones humanas se hicieron impersonales e individualistas.

          En lo religioso, la modernidad tiende al agnosticismo, que es un ateísmo práctico. Por su parte, los cristianos viven la fe de acuerdo con la cultura moderna:

  1. Dogmática y apologética;

  2. Moralista y voluntarista;

  3. Individualista (volcada en la salvación personal).

4. Cultura posmoderna

          La ideología es una idea que se estira hasta formar un sistema cerrado. Por naturaleza, toda ideología hace violencia a lo real, que no admite un tal esquematismo. La ideología ilustrada ha reportado grandes avances científicos y sociales, pero al precio de sacrificar otras exigencias naturales de la personalidad humana. Se llama posmodernidad a la rebelión de la naturaleza humana frente a los excesos de la modernidad. Se pueden distinguir dos aspectos en ella: continuidad respecto a los progresos de la modernidad frente al medievo, y reivindicación de las dimensiones naturales de la persona reprimidas por la modernidad.

  1. Frente a la fe ciega en la razón, la ciencia, la ideología… propia de la modernidad, se reivindica el valor del sentimiento. Todo gran relato, también el ilustrado, es mirado con sospecha. Del siglo de las luces se hereda la pasión por la técnica que hace más cómoda la vida;

  2. Frente a la ilimitada confianza en el poder de la propia libertad que conduce al agotamiento, se reivindica la necesidad de la pausa y la contemplación. El ocio se valora y diversifica progresivamente. El silencio y el recogimiento adquieren valor terapéutico;

  3. Frente al individualismo moderno que lleva a la soledad, se siente la necesidad de salir de sí para crear comunidades afectivas, en pequeños grupos de personas iguales.

          La posmodernidad es, pues, una rebelión antropológica. Pero no cultural. Es decir, que cada una de esas dimensiones personales recuperadas no hace referencia a la manera en que se vivían antes de la modernidad, sino simplemente a la necesidad de ser vividas según el libre criterio de cada uno.

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          En lo religioso, la posmodernidad se caracteriza por una sed salvaje de Dios. Es decir, se experimenta la necesidad de silencio, interioridad, trascendencia… a la vez que se rechaza la institución y el dogma. Por eso constituye un campo abonado para la nueva era, la religiosidad oriental y la religión sin Dios.

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          También los cristianos irán modulando la manera de vivir su fe de acuerdo con la cultura posmoderna. Y en la medida en que sepan formularlo, podrán proponerla como alternativa al hombre de hoy en el libre mercado de las religiones. La nueva evangelización retoma el discurso de San Pablo en el areópago de Atenas. Lo primordial para la nueva evangelización es la calidad del producto, que los cristianos sean personas felices en su relación con Cristo, es decir, santos.

  1. En lugar de exponer la Historia de la salvación, la fe se transmite a través de pequeños relatos:

    1. La vida ejemplar y feliz del cristiano mismo;

    2. Los testimonios de conversos del siglo 21

    3. Las vidas de los santos de todos los tiempos;

    4. Y, sobre todo, la lectura y meditación del Evangelio. La lectio divina es un pilar fundamental de la nueva evangelización.

  2. En lugar de exaltar el ascetismo y lo doloroso, el voluntarismo y su proyección en el futuro, exponer la armonía y la paz interior que ya ahora produce la amistad personal con Jesucristo:

    1. Lo distintivo de la oración cristiana respecto a la nueva era es que se trata de una relación personal con Cristo, del encuentro de dos libertades: en la Eucaristía y la Penitencia, y en el silencio de la oración mental y de la vida de oración;

    2. Una relación en la humildad de no entenderlo todo, al modo de las ciencias positivas, sino dejando espacio al misterio;

    3. Frente a las instituciones, se recurre a maestros espirituales que introduzcan personalmente en el misterio y la belleza cristianos.

  3. En vez de centrarse en la preocupación por la salvación individual, hacerlo en la formación de pequeñas comunidades fraternas.

    1. Celebrativas, en liturgias bellas y mistéricas;

    2. Amistosas, donde cada uno sea amado, acompañado en sus fracasos y alentado en la esperanza;

    3. Caritativas, porque realmente se realiza la justicia fruto de la compasión, especialmente con los más pobres y necesitados.

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