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La dictadura del relativismo

Justificación del deseo individual

          Negando la existencia de una verdad moral, el relativismo justifica intelectualmente la entrega al individuo a sus propios caprichos, una masiva corrupción educativa. Buena parte de la población encarna acríticamente los modelos de vida que contempla en la pantalla del ordenador, sin plantearse un fin último para su vida, y por tanto la existencia de "actos buenos y malos".

          La  absolutización del deseo, unida a su justificación intelectual, es algo muy difícil de resistir. Se precisa una buena formación intelectual y moral, y el acompañamiento de otras personas que piensan y actúan de forma semejante. 

Sospecha de intolerancia

          El relativismo aduce también una autojustificación práctica: o se renuncia a la pretensión de formular juicios de valor sobre las diversas formas de vida, o se renuncia a defender el ideal de la tolerancia, para el cual toda concepción vale igual o al menos tiene el mismo derecho a existir. No se puede obligar a casarse con una persona del mismo sexo, pero si alguien lo quiere tiene que poder hacerlo.

            Un buen relativista no afirmará que la heterosexualidad sea “mentira”, ni que la postura homosexual sea la “verdadera”…: dirá simplemente que la postura “realista” es “fundamentalismo religioso”. Se presenta como reacción a las veces en que la libertad se ha sacrificado violentamente en el altar de la verdad. Pero hace eso mismo sólo que al revés: sacrifica violentamente la verdad en el altar de la libertad.

Dinámica totalitaria de pensamiento único

          La detección de un germen intolerante en quien no asuma el pensamiento relativista impulsa la nueva cruzada del siglo 21. No basta con admitir únicamente la verdad experimental, y modelar en consecuencia una nueva sociedad (leyes, costumbres): se ha de combatir a quien piense de otra manera.

          En algunas naciones europeas las leyes obligan a confesar el credo relativista. Los colegios, las iglesias, los medios de comunicación... que no lo hacen son perseguidos: de entrada pierden cualquier ayuda pública, luego son denunciados ante las autoridades judiciales, y quizá en un futuro próximo sean prohibidos y clausurados.

Separación entre poder y política

           Una novedad absoluta de la posmodernidad es la separación entre política y poder. Los Estados ya no controlan el poder social, y por tanto la política nacional no puede ejercer su función moderadora. 

           Los nuevos centros de poder son globales, y trabajan en la construcción de un Nuevo Orden Mundial. Existen lo que Alejandro Llano llama "decididores", que marcan el rumbo del planeta:

  1. Las realidades políticas mundiales o supranacionales: la ONU, la UE, etc.

  2. Los grandes grupos financieros y  comerciales

  3. Los medios de comunicación

          Estos nuevos "decididores" se reúnen periódicamente en Hildelberg para marcar las líneas del nuevo Orden Mundial (además de coincidir en otros ámbitos económicos, masónicos, etc), sobre presupuestos materialistas que permiten idear sistemas de control 

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Conferencia de la licenciada argentina Mónica del Río, sobre el objetivo de gobierno mundial.

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Artículo del Card. Ratzinger sobre el Nuevo Orden Mundial promovido por la ONU. Publicado en "Avvenire" el 15.IX.2000.

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